Sin lugar a duda uno de los sectores más afectados por la pandemia del coronavirus y el cese de las actividades comerciales no indispensables, ha sido la industria de organización de eventos, en especial de índole corporativo, debido a la prohibición estricta de aglomeraciones.
La organización de eventos es mucho más que agencias, congresos, hoteles, transporte, centros de convenciones o salones de fiesta; incluye audiovisuales, luces, sonido, decoradores, catering, camareros, cocineros, animación, vestuario, producción gráfica, seguridad, edecanes, limpieza, floricultores... solo por citar algunas de las "víctimas invisibles" de la pandemia y sin olvidar a los profesionales independientes llamados "free lance", que ofrecen sus servicios vinculados a las necesidades de los eventos.
El futuro no parecía muy prometedor a principio de la crisis de salud, pero la industria ha comenzado a despertar y con ella nuevas propuestas para eventos corporativos en los que la tecnología se convierte en aliada y protagonista, sin restar importancia a los encuentros cara a cara, que siguen siendo el instrumento de comunicación por excelencia, porque como seres humanos somos sociables.
A corto plazo y mediano plazo, en definitiva los eventos corporativos no desaparecerán, la tendencia es grupos más pequeños, lo que implica un reto para los productores. Ahora el enfoque será que los invitados compartan, pero guardando el distanciamiento requerido.
En lo inmediato, las actividades deben priorizar las experiencias donde los asistentes puedan interactuar sin comprometer su salud. Este nuevo panorama conlleva el uso de mascarillas para todos (invitados y equipo de logística), túneles de desinfección, monitoreo de temperatura, dispositivos de gel desinfectante para las manos, no solo en las puertas de acceso, también dentro del salón del evento, y un sin número de detalles que en esta etapa serán la primacía. Una opción sabia, por ejemplo, es el uso de espacios abiertos donde se garantice una mayor circulación del aire.
Celeste Pérez